domingo, 16 de diciembre de 2012

"Si masticas bien, hasta las piedras se pueden comer"



Es la hora de comer, pero estoy redactando un texto, atendiendo el teléfono y en 45 minutos tengo una visita. Aunque estoy en el trabajo voy a comer de fiambrera, comida casera, de temporada, buenísima y hecha con amor, pero es posible que por la tarde me pregunte qué ha sido lo que haya hecho que se me infle el abdomen.. ¡pero si he cocinado con algas!

En realidad el problema es bastante evidente, si cuando comes haces algo más que comer, se volverá un automatismo y la aceleración de estar por varias cosas a la vez hará que perdamos la conciencia de lo que hacemos y mastiquemos mas bien poco.

A menudo veo que la conciencia de una alimentación saludable está presente en muchas personas pero lo que todavía no se ha integrado bien es la importancia de cómo te comes eso que te comes.

Lo cierto es que comer de prisa suele ir en detrimento de una buena masticación, lo que no sólo significa desmigar en trocitos pequeños si no también impregnar en saliva, y ambos son factores fundamentales para la digestión ya que en uno de sus componentes son las amilasas, enzimas que se encargan de iniciar la digestión de los hidratos de carbono.

Masticar puede ser como un viaje. Cierras los ojos y respiras profundo, entonces sientes el sabor, los aromas, la temperatura, las texturas, la dureza… Cada plato suele llevar diferentes ingredientes que aportan variedad de sensaciones en la boca.

Al masticar minuciosamente también ayudamos a regular el sobrepeso, ya que el cerebro manda la señal de saciedad al estómago alrededor de unos 20 minutos desde que se empieza a comer, por lo que cuanto más hayas comido en ese tiempo, mayor será la sensación de empacho después de comer.

Los chinos antiguos, que en su estudio del a medicina no hacían uso del microscopio para el desglose de las substancias, ya decían que masticar favorece la digestión debido a que aporta “yang” a los alimentos. De hecho, no es casual que en su cocina haya la tendencia a presentar los alimentos con un corte fino y pequeño, ya que de esta manera facilitan que lleguen al estómago bien triturados. Una profesora china me dijo una vez que “si masticas bien, hasta las piedras se pueden comer”. No es cuestión de comer piedras, pero sí de entender y darle la importancia que le corresponde a la manera en la que comemos.

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